Hace dos años, como equipo, decidimos embarcamos en nuestra primera experiencia épica en donde decidimos correr “El Cruce”, una carrera de 100km en la Patagonia Argentina, un año más tarde estábamos corriendo Ultra Paine, en la Patagonia chilena y este año nos estamos embarcando nuevamente en la aventura, Huilo-Huilo 2024.
“Épica” tiene su origen en Grecia en donde usaban Epos para hacer referencia a narrativas que solían relatar las hazañas de un héroe y sus tropas. Este origen hace que hoy usemos la palabra épica para caracterizar aquello que es realmente memorable, incomparable o que requiere un esfuerzo que merece ser destacado. Algo digno de ser escrito y reproducido en historias.
Nuestra primera experiencia épica cambió la percepción que teníamos de cada uno de nosotros. La gran mayoría del equipo no se caracterizaba por sus habilidades deportivas, menos aún corriendo, por lo que decidimos, soñar en grande y que fuera el desafío más memorable que en ese minuto pudiéramos imaginar. Este no era el desafío que sabíamos que lograríamos, era el desafío que sabíamos que implicaba esfuerzo, trabajo y riesgo.
En nuestro mundo la suerte no existía, el trabajo duro era el camino. Tuvimos un muy mal primer entrenamiento, pero fuimos mejorando con el tiempo. Entrenamos al menos 3 veces a la semana, corriendo en todos los cerros que pudimos. Cada vez éramos más rápidos y mejores. Y con ello, luego de haber transitado el camino de la resiliencia, las cosas empezaron a salir bien.
Llenos de confianza, a un mes y medio de la “épica”, decidimos inscribirnos en una carrera de dificultad intermedia, mucho más fácil que el desafío final que nos propusimos. El 50% fracasó y no llegó a la meta. El 50% que llegó, lo hizo a punta de mucho sufrimiento en el camino. ¿La lección? El entrenamiento físico no lo es todo, también se necesita experiencia, saber cuando hidratarse, cuando comer, cuando usar bastones y cuando disminuir la velocidad. El estado físico no lo era todo, necesitábamos técnica.
Tras el primer gran y medible fracaso, se nos abrió una nueva puerta en nuestra preparación: “la responsabilidad”. Empezamos a comprar nuestros respectivos equipos, mochilas, geles, bolsas de agua, bastones, etc. La carrera ya no era un juego, no bastaba la perseverancia, la responsabilidad también era parte de la disciplina que necesitábamos para lograrlo.
Finalmente, se vino la prueba de fuego, la historia resumida dice que todos largamos en el día establecido y llegamos a la meta en el tiempo esperado – solo tuvimos que disfrutar el camino y la meta.
¿Pero qué aprendimos de este proceso? Si pudiera definirlo – a pesar de lo difícil que resulta – lo resumiría en 3 cosas:
- Soñar en grande – “Llegas tan lejos como te lo propones”: La meta no tiene por que ser algo que sabes que vas a alcanzar, tiene que ser algo que quieras contar, algo digno de convertirse en una épica. Mientras más grande parezca la meta, más grande serán los esfuerzos para lograrla y más fuerte se vuelve el equipo.
- Disciplina – ninguna meta épica se consigue solo proponiéndoselo. Si lo lograste sin preparación y esfuerzo, probablemente te equivocaste definiendo la meta. Lograr un desafío importante requiere trabajo y dedicación. En un camino largo como el que nos propusimos no solo se viven triunfos, sino que también grandes fracasos y se necesita la resiliencia suficiente para seguir perseverando hacia el objetivo. Además, la disciplina implica responsabilidad, no solo se trata de hacer muchos intentos, se trata de esforzarse para hacerlo cada vez mejor.
- Equipo Épico: Ninguna hazaña de equipo, se logra sin el equipo. El esfuerzo grupal hace que todos se transformen. Tu compañero de siempre ya no es el de siempre, de repente se volvió más fuerte al seguir corriendo después de la lesión, se volvió mejor persona al acompañarte cuando te sentiste mal, se volvió más inteligente al encontrar el mejor camino, se volvió más interesante luego de contare la historia de su vida mientras caminaban. Asimismo, tu tampoco eres el de siempre. Ahora son parte de un equipo un poco más heroico y valiente, dignos de vivir juntos una historia épica más.